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sábado, 18 de octubre de 2014

Capítulo 10: La Promesa

Los chicos llevaban alrededor de media hora caminando. Roy ya se temía que iban en círculos porque un árbol ya le parecía demasiado visto. Viena iba cerca de Matt, casi rozándose y esto producía cierto rubor en ambos. Aleix iba delante, junto con Roy, que de vez en cuando se giraba para ver al grupo.

–Hace frío ahora, deberíamos buscar un lugar que nos resguarde mientras esperamos a Blake y el resto–dijo Bo. Había estado callada durante todo el camino, abrazándose así misma por el leve  viento que había empezado unos minutos atrás. Instintivamente, George se le acercó y la rodeó para darle un poco de calor. Realmente ella estaba helada.

–Tienes razón–habló Roy–, el problema es que no tenemos ni idea de dónde estamos nosotros ni de dónde están ellos. ¿Qué podemos hacer?–. La mirada de los chicos era desoladora, llevaban un día entero vagando por un misterioso y por lo visto, peligroso lugar que no los llevaba a ninguna parte en particular. Todo eran árboles frondosos, helechos profundos y verdes, por el día una humedad espantosa que los hacía perder casi el conocimiento y por la noche, estaban experimentando un frío rotundamente seco.

–Yo digo que nos quedemos aquí– dijo de repente Aleix–, montaremos unas pequeñas camas con los helechos, mientras esperamos a los otros. Nos dispondremos de manera en que quedemos en círculo e iremos haciendo guardias de tres horas aproximadamente–. Aleix había tomado el mando que desinteresadamente Roy había estado dispuesto a regalar, ya que eso, al parecer, no era lo suyo. Aleix estaba siendo Blake y eso le orgullecía, le gustaba ser como él y poder ser útil para el resto.

– ¿Viena estás bien, necesitas algo?–le preguntó su hermano. Ella lo miró con esos ojos lilas tan increíblemente hermosos y Aleix, solo por un segundo, vio a su hermana sonreír.

–Estoy bien, gracias.

Todos hicieron caso al mellizo y en diez minutos habían montado un decente campamento provisional, esperando por los demás.

– ¿Qué pasa si no vuelven ?–preguntó la joven Malvina, recostada en un cúmulo de hojas de helecho. Su ropa estaba medianamente decente, solamente su pelo podía salvarse de una horrible descripción.

–Volverán– dijo Dimas a un lado de la pequeña–, vamos, son Blake y Tara, esos dos pueden con todo–dijo medio seguro de sus palabras. Dimas estaba realmente preocupado por sus compañeros, pero sobretodo por Tara.

–Te olvidas de Will, Dimas– dijo Matt.

–Si bueno, ya sabéis que no se puede esperar mucho de Will–dijo con sorna–, él siempre tiene escusas para todo, siempre quiere librarse de las culpas, siempre quiere ser el mejor…

– ¡Ya cállate Dimas! –Le gritó de repente Diana–, solo estás celoso de Will–. Diana había resoplado y parecía enfadada. –Todos sabemos que ambos están babeando por Tara. Algún día haréis que nos maten a todos por vuestras estúpidas afrentas y declaraciones a un amor no correspondido… Podríais pensar en solucionar los problemas ahora y dejaros de estupideces–. Acto seguido, Diana se levantó y se recostó sobre la corteza lisa de un árbol mediano.

– ¿Pero… y a ésta que le pasa ahora? –farfulló Dimas. Los demás se encogieron de hombros.

Malvina volvió a hablar.

–Ahora enserio chicos… ¿y si no vuelven?



***


– ¿Estás segura de que es por aquí?–preguntó William a Drew, apartando otra rama con espinas. Su mano parecía realmente un colador. – ¡Cielo Santo! ¿Puede ir alguno de vosotros delante ahora? Creo que estoy perdiendo sensibilidad en la mano derecha–volvió a quejarse.

–Eres sorprendentemente insoportable– dijo Drew, apartándolo y ocupando el lugar de Will–, ¿cómo habéis podido aguantar a este ser tanto tiempo?

–También yo me lo pregunto–guiñó Tara.

– ¡Ehh, vamos! Mirad mis manos, están mal.

Blake rió por las reacciones de Will, ahora se estaba enfrentando a dos mujeres él solo, y las chicas le llevaban cierta ventaja.

Después de haber decidido en qué dirección buscar a sus hermanos, Will se había ofrecido a liderar el grupo, acto que Tara vio demasiado absurdo, Drew no le dio importancia y Blake estaba encantado por ver a Will tan decidido. Más tarde, ya no lo estuvo tanto, viendo las reacciones del chico, que hacía que el grupo se retrasara más en la búsqueda de sus hermanos.

Drew que iba ahora en cabeza, era tan ágil como un halcón persiguiendo a su presa. Blake sospechó que al ser medio pantera, su olfato los ayudaría más. Al pensar en eso, él no dudó en preguntar.

–Creo que va siendo hora de que nos cuentes el porqué de esa pantera, ¿no crees?–dijo Blake. Drew paró en seco y se giró, el chico quedó parado justo a escasos centímetros de ella, incluso podía escuchar su respiración, agitadamente controlada. ¿Pero qué demonios era esa chica?

–Será todo un placer–. Acto seguido se giró y continuó caminando. Tara y Will se miraron desconcertados por unos segundos y continuaron siguiendo el grupo.

–Veréis, no pretendo asustaros…–empezó Drew.

–Pues tu espléndida puesta en escena no decía lo mismo– murmuró Will, que rápidamente calló por la mirada desafiante de Tara. Blake suspiró con una sonrisa y Drew continuó hablando.

–Como decía, no pretendo asustaros. No es el simple hecho de que en mi interior pueda ser una pantera, sino que puedo ser ambas cosas, es decir, puedo ser yo, Drew o pudo ser esa pantera, Mavi como me gusta llamarla, al mismo tiempo. Separadas, una humana y un felino ¿comprendéis?

Los tres se miraban con los ojos bien abiertos, ¿realmente podía estar sucediendo eso? Aunque después de lo que les había pasado en el orfanato, aquellas criaturas que los atacaron… aquello fue horrible.

–Intentaremos entender... uhmm tu condición–dijo finalmente Blake. –Podemos continuar, creo que queda todo aclarado.

– ¡Un momento! –Protestó Will-, todo no. Vas a decirnos qué es este lugar, estoy harto de tanto secretismo.

–Sería todo un detalle que nos aclarases en dónde estamos–dijo Tara.

Drew no estaba muy segura y aun desconfiaba de aquellos chicos, había estado sola en aquel lugar durante muchísimo tiempo y en tan solo un día se encuentra a un grupo de jóvenes que solamente quieren volver a casa. Ella no estaba muy segura de usar eso a su favor, posiblemente esos chicos harían que aquellas criaturas de las que huía constantemente la matasen o aun peor, destrozasen su bien más preciado. Pero eso era un riesgo que había decidido aceptar.

–Bueno chicos, descansaremos aquí por hoy–dijo Drew.

– ¡Oye, no respondiste a mi pregunta! –protestó Will.

–Lo sé, y por ahora no diré nada, pero si queréis que os siga ayudando deberéis cumplir una promesa. –dijo ella con un tono bastante serio.

– ¿Qué promesa? –Preguntó Blake–, Drew no podemos retrasarnos, dejemos lo del lugar para más tarde, nuestros hermanos están ahí fuera solos y tú has dicho que hay criaturas que pueden hacerles daño–. Blake estaba confuso, esa chica lo estaba volviendo loco, estaba bastante preocupado por el resto que se había ido en el momento de la aparición de Drew.



–Hoy no les pasará nada–dijo tranquilamente la joven, mientras avanzaba y apartaba una rama grande que cubría algo a lo lejos. –Pediré por vuestros hermanos–dijo apuntando hacia un enorme y robusto árbol, su tronco era morado apagado y tenía una infinidad de ramas; lo sorprendente no era el color ni su grandeza, era lo que desde lo lejos se veía, luces. Millones de luces que parpadeaban por las ramas, y no dejaban de moverse–, pero he aquí la promesa: Nunca vayáis al árbol.