Los chicos
llevaban alrededor de media hora caminando. Roy ya se temía que iban en
círculos porque un árbol ya le parecía demasiado visto. Viena iba cerca de
Matt, casi rozándose y esto producía cierto rubor en ambos. Aleix iba delante,
junto con Roy, que de vez en cuando se giraba para ver al grupo.
–Hace frío
ahora, deberíamos buscar un lugar que nos resguarde mientras esperamos a Blake
y el resto–dijo Bo. Había estado callada durante todo el camino, abrazándose
así misma por el leve viento que había empezado
unos minutos atrás. Instintivamente, George se le acercó y la rodeó para darle
un poco de calor. Realmente ella estaba helada.
–Tienes
razón–habló Roy–, el problema es que no tenemos ni idea de dónde estamos
nosotros ni de dónde están ellos. ¿Qué podemos hacer?–. La mirada de los chicos
era desoladora, llevaban un día entero vagando por un misterioso y por lo
visto, peligroso lugar que no los llevaba a ninguna parte en particular. Todo
eran árboles frondosos, helechos profundos y verdes, por el día una humedad
espantosa que los hacía perder casi el conocimiento y por la noche, estaban experimentando
un frío rotundamente seco.
–Yo digo que
nos quedemos aquí– dijo de repente Aleix–, montaremos unas pequeñas camas con
los helechos, mientras esperamos a los otros. Nos dispondremos de manera en que
quedemos en círculo e iremos haciendo guardias de tres horas aproximadamente–. Aleix
había tomado el mando que desinteresadamente Roy había estado dispuesto a
regalar, ya que eso, al parecer, no era lo suyo. Aleix estaba siendo Blake y
eso le orgullecía, le gustaba ser como él y poder ser útil para el resto.
– ¿Viena
estás bien, necesitas algo?–le preguntó su hermano. Ella lo miró con esos ojos
lilas tan increíblemente hermosos y Aleix, solo por un segundo, vio a su
hermana sonreír.
–Estoy bien,
gracias.
Todos
hicieron caso al mellizo y en diez minutos habían montado un decente campamento
provisional, esperando por los demás.
– ¿Qué pasa
si no vuelven ?–preguntó la joven Malvina, recostada en un cúmulo de hojas de
helecho. Su ropa estaba medianamente decente, solamente su pelo podía salvarse
de una horrible descripción.
–Volverán–
dijo Dimas a un lado de la pequeña–, vamos, son Blake y Tara, esos dos pueden
con todo–dijo medio seguro de sus palabras. Dimas estaba realmente preocupado
por sus compañeros, pero sobretodo por Tara.
–Te olvidas
de Will, Dimas– dijo Matt.
–Si bueno,
ya sabéis que no se puede esperar mucho de Will–dijo con sorna–, él siempre
tiene escusas para todo, siempre quiere librarse de las culpas, siempre quiere
ser el mejor…
– ¡Ya
cállate Dimas! –Le gritó de repente Diana–, solo estás celoso de Will–. Diana
había resoplado y parecía enfadada. –Todos sabemos que ambos están babeando por
Tara. Algún día haréis que nos maten a todos por vuestras estúpidas afrentas y
declaraciones a un amor no correspondido… Podríais pensar en solucionar los
problemas ahora y dejaros de estupideces–. Acto seguido, Diana se levantó y se
recostó sobre la corteza lisa de un árbol mediano.
– ¿Pero… y a
ésta que le pasa ahora? –farfulló Dimas. Los demás se encogieron de hombros.
Malvina
volvió a hablar.
–Ahora
enserio chicos… ¿y si no vuelven?
***
– ¿Estás
segura de que es por aquí?–preguntó William a Drew, apartando otra rama con
espinas. Su mano parecía realmente un colador. – ¡Cielo Santo! ¿Puede ir alguno
de vosotros delante ahora? Creo que estoy perdiendo sensibilidad en la mano
derecha–volvió a quejarse.
–Eres
sorprendentemente insoportable– dijo Drew, apartándolo y ocupando el lugar de
Will–, ¿cómo habéis podido aguantar a este ser tanto tiempo?
–También yo
me lo pregunto–guiñó Tara.
– ¡Ehh,
vamos! Mirad mis manos, están mal.
Blake rió
por las reacciones de Will, ahora se estaba enfrentando a dos mujeres él solo,
y las chicas le llevaban cierta ventaja.
Después de
haber decidido en qué dirección buscar a sus hermanos, Will se había ofrecido a
liderar el grupo, acto que Tara vio demasiado absurdo, Drew no le dio
importancia y Blake estaba encantado por ver a Will tan decidido. Más tarde, ya
no lo estuvo tanto, viendo las reacciones del chico, que hacía que el grupo se
retrasara más en la búsqueda de sus hermanos.
Drew que iba
ahora en cabeza, era tan ágil como un halcón persiguiendo a su presa. Blake
sospechó que al ser medio pantera, su olfato los ayudaría más. Al pensar en
eso, él no dudó en preguntar.
–Creo que va
siendo hora de que nos cuentes el porqué de esa pantera, ¿no crees?–dijo Blake.
Drew paró en seco y se giró, el chico quedó parado justo a escasos centímetros
de ella, incluso podía escuchar su respiración, agitadamente controlada. ¿Pero
qué demonios era esa chica?
–Será todo
un placer–. Acto seguido se giró y continuó caminando. Tara y Will se miraron
desconcertados por unos segundos y continuaron siguiendo el grupo.
–Veréis, no
pretendo asustaros…–empezó Drew.
–Pues tu
espléndida puesta en escena no decía lo mismo– murmuró Will, que rápidamente
calló por la mirada desafiante de Tara. Blake suspiró con una sonrisa y Drew
continuó hablando.
–Como decía,
no pretendo asustaros. No es el simple hecho de que en mi interior pueda ser
una pantera, sino que puedo ser ambas cosas, es decir, puedo ser yo, Drew o
pudo ser esa pantera, Mavi como me gusta llamarla, al mismo tiempo. Separadas,
una humana y un felino ¿comprendéis?
Los tres se
miraban con los ojos bien abiertos, ¿realmente podía estar sucediendo eso? Aunque
después de lo que les había pasado en el orfanato, aquellas criaturas que los
atacaron… aquello fue horrible.
–Intentaremos
entender... uhmm tu condición–dijo finalmente Blake. –Podemos continuar, creo
que queda todo aclarado.
– ¡Un
momento! –Protestó Will-, todo no. Vas a decirnos qué es este lugar, estoy
harto de tanto secretismo.
–Sería todo
un detalle que nos aclarases en dónde estamos–dijo Tara.
Drew no
estaba muy segura y aun desconfiaba de aquellos chicos, había estado sola en
aquel lugar durante muchísimo tiempo y en tan solo un día se encuentra a un
grupo de jóvenes que solamente quieren volver a casa. Ella no estaba muy segura
de usar eso a su favor, posiblemente esos chicos harían que aquellas criaturas
de las que huía constantemente la matasen o aun peor, destrozasen su bien más
preciado. Pero eso era un riesgo que había decidido aceptar.
–Bueno chicos,
descansaremos aquí por hoy–dijo Drew.
– ¡Oye, no
respondiste a mi pregunta! –protestó Will.
–Lo sé, y por
ahora no diré nada, pero si queréis que os siga ayudando deberéis cumplir una
promesa. –dijo ella con un tono bastante serio.
– ¿Qué
promesa? –Preguntó Blake–, Drew no podemos retrasarnos, dejemos lo del lugar
para más tarde, nuestros hermanos están ahí fuera solos y tú has dicho que hay criaturas
que pueden hacerles daño–. Blake estaba confuso, esa chica lo estaba volviendo
loco, estaba bastante preocupado por el resto que se había ido en el momento de
la aparición de Drew.
–Hoy no les
pasará nada–dijo tranquilamente la joven, mientras avanzaba y apartaba una rama
grande que cubría algo a lo lejos. –Pediré por vuestros hermanos–dijo apuntando
hacia un enorme y robusto árbol, su tronco era morado apagado y tenía una
infinidad de ramas; lo sorprendente no era el color ni su grandeza, era lo que
desde lo lejos se veía, luces. Millones de luces que parpadeaban por las ramas,
y no dejaban de moverse–, pero he aquí la promesa: Nunca vayáis al árbol.