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domingo, 21 de septiembre de 2014

Capítulo 9: La Chica

Cada uno se miraba fijamente, sin siquiera saber a qué estaban esperando. Uno de los chicos, Roy, tenía la espalda inclinada, a modo de echar a correr por si algo malo estuviera a punto de ocurrir. Malvina seguía rodeando a Blake, que la sostenía muy fuerte para darle una sensación de protección. Nuevamente, eso que se aproximaba hacia ellos se encontraba a tan salo unos pocos metros, ninguno de los allí presentes se movió, posiblemente el  aturdimiento y el cansancio no les permitía continuar. 

Fue entonces cuando pasó.

Una gran pantera de un color llamativamente azul apareció de entre los hierbajos que cubrían las bases de los árboles. Sus huesos se marcaban en su espalda a cada lento paso que realizaba, acercándose cada vez más y más al pequeño grupo de jóvenes. Blake y Dimas estaban delante del grupo, cubriendo a la mayoría de ellos. La bestia los miraba fijamente a  Blake, a modo de reto, ella caminaba hacia el grupo mostrando sus afilados colmillos, pero al mismo tiempo lo hacía con una elegancia increíblemente poderosa, tanto que dejó a Blake boquiabierto.

Will no se lo pensó dos veces, cogió el palo que estaba a su izquierda y con unos rápidos pasos se puso ante la barrera que Dimas y Blake formaban. Él amenazaba a la criatura con el palo y en un impulso se abalanzó sobre la pantera que no dudó en atacarle. Blake, con el brazo, empujó a Dimas hacia atrás en señal de protección y para que se quedase con los demás;  Will seguía en pleno combate con la azulada que tenía bajo su control esta lucha. Blake cogió otra especie de bastón, algo más grueso  y lo sacudió contra la espalda de la pantera, ésta rugió con un gruñido desgarrador, pero no paró su lucha ya que ahora se había abalanzado contra los dos muchachos.

– ¡Dimas, llévatelos lejos de aquí! –gritó Blake mientras la bestia mordía el palo. Éste asintió y abandonaron la escena corriendo, excepto Tara.

– ¿Qué demonios te crees que estás haciendo? –Maulló Will. – ¡Vamos! ¡Vete! –le gritaba vete una vez y otra, pero ella se quedó mirando al felino azul.

Tara se acercaba a la escena de combate a conjunto con los gritos de ambos chicos, entonces la fiera paró y se quedó mirándola. Sus ojos eran transparentes, carentes de un color fijo, en ellos parecía fluir un río de aguas tranquilas.

–Detente. –Ordenó la joven. Para sorpresa de los dos chicos, la pantera se echó a un lado y se sentó. 

Lo que ocurrió a continuación los dejó atónitos, incluso a Tara.
El cuerpo de la pantera empezó a transformarse, su cuerpo estaba alargado y erguido, estiraba sus patas traseras y las delanteras después. El pelaje del animal se transformó en una suave y delicada piel tostada. Ahora las patas traseras eran esbeltas y fuertes piernas y las delanteras brazos consistentes. De la cabeza  brotó una fuerte mata de pelo negro azabache, el hocico felino ahora era una boca rosada con labios delineados y una nariz menuda.Los ojos, seguían siendo los mismos. Aquella bestia era una chica, que vestía con telas parecidas a las de los niños del orfanato, pero rasgadas y más cortas que se ceñían a sus curvas.

– ¿Qué se supone que acaba de pasar? –preguntó atemorizado Will. En ese momento, Tara le propinó un puñetazo, haciéndolo entrar en razón.

– ¿Por qué has hecho eso? –Preguntó Will asustado.

– ¡Oh Dios Santo, Will! ¿Ahora te pondrás a llorar? –dijo con sorna Tara

– ¿Perdona? ¡Ella ha intentado matarme! –Dijo señalando a la joven misteriosa.

Blake y la joven misteriosa se miraban cara a cara. Él con la boca abierta y ella con rostro indiferente, pero algo divertido por el numerito que acababa de oficiarse en directo por los dos grandes dramáticos.

–Soy Blake. –dijo estirando su brazo a modo de saludo. La chica no habló. –Mis hermanos y yo hemos llegado hace unas cuantas horas y no sabemos dónde estamos, ¿nos puedes ayudar?

– ¿Pero qué diablos haces, Blake? Esa tía ha intentado comernos–. Ante tal afirmación, la chica sonrió apartando la cara de los presentes.

– ¿Qué se supone que te hace tanta gracia? –escupió Will a la chica, mientras se frotaba el lugar golpeado por Tara.

–Lo ridícula que es esta escena. –maulló con grandeza la chica. Will hundió los ojos en el suelo y Tara se presentó, más bien los presentó, ya que también le contó a la joven que el quejica del numerito se llamaba William.

–Yo soy Drew. –Se presentó muy segura.

–Es un placer, creo –dijo Blake algo nervioso– primero tenemos que encontrar a nuestros hermanos y luego nos encargaremos de las demás cosas, ¿nos podrías acompañar?

–Pues espero que vuestros hermanos no se hallan alejado tanto de aquí.

– ¿Por qué lo dices? –preguntó Tara extrañada.

–Bueno –dijo Drew encogiéndose de hombros–, no soy medio pantera por nada, ¿no crees?

Los tres se miraron ante tales declaraciones.

–Lo de tu herencia felina lo podemos hablar en otro momento– aseguró Will–, pero, ¿quieres decir que hay más seres extraños ahí fuera?


–Eso es justo lo que quiero decir. –dijo Drew sonriendo.