Cada uno se miraba fijamente, sin siquiera saber a qué
estaban esperando. Uno de los chicos, Roy, tenía la espalda inclinada, a modo
de echar a correr por si algo malo estuviera a punto de ocurrir. Malvina seguía
rodeando a Blake, que la sostenía muy fuerte para darle una sensación de
protección. Nuevamente, eso que se aproximaba hacia ellos se encontraba a tan
salo unos pocos metros, ninguno de los allí presentes se movió, posiblemente el aturdimiento y el cansancio no les permitía
continuar.
Fue entonces cuando pasó.
Una gran pantera de un color llamativamente azul apareció de
entre los hierbajos que cubrían las bases de los árboles. Sus huesos se marcaban
en su espalda a cada lento paso que realizaba, acercándose cada vez más y más
al pequeño grupo de jóvenes. Blake y Dimas estaban delante del grupo, cubriendo
a la mayoría de ellos. La bestia los miraba fijamente a Blake, a modo de reto, ella caminaba hacia el
grupo mostrando sus afilados colmillos, pero al mismo tiempo lo hacía con una
elegancia increíblemente poderosa, tanto que dejó a Blake boquiabierto.
Will no se lo pensó dos veces, cogió el palo que estaba a su
izquierda y con unos rápidos pasos se puso ante la barrera que Dimas y
Blake formaban. Él amenazaba a la criatura con el palo y en un impulso se
abalanzó sobre la pantera que no dudó en atacarle. Blake, con el brazo, empujó
a Dimas hacia atrás en señal de protección y para que se quedase con los
demás; Will seguía en pleno combate con
la azulada que tenía bajo su control esta lucha. Blake cogió otra especie de
bastón, algo más grueso y lo sacudió
contra la espalda de la pantera, ésta rugió con un gruñido desgarrador, pero no
paró su lucha ya que ahora se había abalanzado contra los dos muchachos.
– ¡Dimas, llévatelos lejos de aquí! –gritó Blake mientras la
bestia mordía el palo. Éste asintió y abandonaron la escena corriendo, excepto
Tara.
– ¿Qué demonios te crees que estás haciendo? –Maulló Will. –
¡Vamos! ¡Vete! –le gritaba vete una vez y otra, pero ella se quedó mirando al felino
azul.
Tara se acercaba a la escena de combate a conjunto con los
gritos de ambos chicos, entonces la fiera paró y se quedó mirándola. Sus ojos
eran transparentes, carentes de un color fijo, en ellos parecía fluir un río de
aguas tranquilas.
–Detente. –Ordenó la joven. Para sorpresa de los dos chicos,
la pantera se echó a un lado y se sentó.
Lo que ocurrió a continuación los dejó
atónitos, incluso a Tara.
El cuerpo de la pantera empezó a transformarse, su cuerpo
estaba alargado y erguido, estiraba sus patas traseras y las delanteras
después. El pelaje del animal se transformó en una suave y delicada piel tostada. Ahora
las patas traseras eran esbeltas y fuertes piernas y las delanteras brazos
consistentes. De la cabeza brotó una
fuerte mata de pelo negro azabache, el hocico felino ahora era una boca rosada
con labios delineados y una nariz menuda.Los ojos, seguían siendo los mismos. Aquella bestia era una chica, que
vestía con telas parecidas a las de los niños del orfanato, pero rasgadas y más
cortas que se ceñían a sus curvas.
– ¿Qué se supone que acaba de pasar? –preguntó atemorizado
Will. En ese momento, Tara le propinó un puñetazo, haciéndolo entrar en razón.
– ¿Por qué has hecho eso? –Preguntó Will asustado.
– ¡Oh Dios Santo, Will! ¿Ahora te pondrás a llorar? –dijo
con sorna Tara
– ¿Perdona? ¡Ella ha intentado matarme! –Dijo señalando a la
joven misteriosa.
Blake y la joven misteriosa se miraban cara a cara. Él con
la boca abierta y ella con rostro indiferente, pero algo divertido por el
numerito que acababa de oficiarse en directo por los dos grandes dramáticos.
–Soy Blake. –dijo estirando su brazo a modo de saludo. La
chica no habló. –Mis hermanos y yo hemos llegado hace unas cuantas horas y no
sabemos dónde estamos, ¿nos puedes ayudar?
– ¿Pero qué diablos haces, Blake? Esa tía ha intentado
comernos–. Ante tal afirmación, la chica sonrió apartando la cara de los
presentes.
– ¿Qué se supone que te hace tanta gracia? –escupió Will a
la chica, mientras se frotaba el lugar golpeado por Tara.
–Lo ridícula que es esta escena. –maulló con grandeza la
chica. Will hundió los ojos en el suelo y Tara se presentó, más bien los
presentó, ya que también le contó a la joven que el quejica del numerito se
llamaba William.
–Yo soy Drew. –Se presentó muy segura.
–Es un placer, creo –dijo Blake algo nervioso– primero
tenemos que encontrar a nuestros hermanos y luego nos encargaremos de las demás
cosas, ¿nos podrías acompañar?
–Pues espero que vuestros hermanos no se hallan alejado
tanto de aquí.
– ¿Por qué lo dices? –preguntó Tara extrañada.
–Bueno –dijo Drew encogiéndose de hombros–, no soy medio
pantera por nada, ¿no crees?
Los tres se miraron ante tales declaraciones.
–Lo de tu herencia felina lo podemos hablar en otro momento–
aseguró Will–, pero, ¿quieres decir que hay más seres extraños ahí fuera?
–Eso es justo lo que quiero decir. –dijo Drew sonriendo.
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